Varios temas importantes pudieran ser abordados en este comentario, y todos, sin excepción, son de marcado interés para el respetable a quien me debo y rindo honores.
En nuestra condición de comentarista deportivo y defensor del béisbol, no paso por alto lo que lacere y encierre en vitrina oscura la siempre inocultable verdad.
En la actual temporada, iniciada recientemente, la pelota cubana ha pasado con pena y dolor, por varios momentos de angustia, que empañan la alegría de vivir del bien llamado «primer pasatiempo nacional».
Es un bochorno sin limite observar como las riñas y malas actitudes amenazan con poner punto final a la grandeza de atletas y equipos, protagonistas de algo tan hermoso como la luz solar.
Interpreto el sentimiento popular que deja claro, no más agresiones en los estadios. Lo visto hace solo días es reprochable: el director del equipo Sancti Spíritus, bate en mano, agrediendo a un directivo.
Es penoso, esto. Está muy lejos de los principios enarbolados a favor del movimiento olímpico y defendidos por Pierre de Coubertin.
Que cese la frustración y el desaliento, que se respete la integridad de los hombres y la condición de ser humano. Ese es nuestro llamado.
