Era la oportunidad del mítico número 8: Alfonso Urquiola Crespo. “Ahora o nunca, maestro. Te corresponde asumir, te pertenecen las riendas del equipo Cuba”, pensábamos.
Pero, colapsó la iniciativa y como muchos especularon, fue el habanero Germán Mesa el designado, hombre de béisbol y conocimientos amplios en la materia, eso nadie lo puede ocultar.
Sin embargo, la afición esperaba al “Relámpago” como primera figura en el puente de mando cubano, y otra vez despojan de algo que le pertenece al ídolo de Bahía Honda.
Será maldita y caprichosa la vida por estos tiempos tormentosos en que la lógica abandona el sendero como para evitar compromisos. Parece que sí, que todo cambia a una velocidad increíble y lo que era real, objetivo, ahora toma otro rumbo, sin saber dónde van a poner freno a los caprichos.
Urquiola, el campeón de la Serie del Caribe 2015, hombre, inspiración y leyenda no conducirá el equipo Cuba con miras al Clásico Mundial. Nada interesa su historia y méritos acumulados.
El ex camarero fue separado de un derecho que le pertenece y que el pueblo sabe, y lo sabe muy bien, le corresponde. Por ser picoduro, por avizorar la ingesta de un pollo que nada de buen arte culinario llevó consigo, por ello castigan al profesor.
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