Discapacidad: cambiar la sociedad, no a la persona

Durante décadas, se ha percibido la discapacidad como un defecto, deficiencia o enfermedad inherente a la persona, que debe ser curada o rehabilitada para acercarse a un estándar de "normalidad".

Imagen tomada de Internet

Durante décadas, se ha percibido la discapacidad como un defecto, deficiencia o enfermedad inherente a la persona, que debe ser curada o rehabilitada para acercarse a un estándar de «normalidad».

Este enfoque, que parte del llamado modelo médico y tiene carácter patologizante, suele generar en la persona procesos de estigmatización, culpa y una identidad centrada en el déficit.

Frente a esto, ha surgido el revolucionario modelo social, presentado por la psicóloga Brenda Melissa Gálvez Álvarez en la revista Rumbos de Radio Guamá.

Una mirada transformadora

La especialista dijo que este paradigma, esencial para la justicia, realiza un cambio copernicano: desplaza el foco del «problema» del individuo hacia las barreras presentes en la sociedad.

La discapacidad, desde esta perspectiva, es el resultado de la interacción entre una condición individual (como una lesión medular o una condición de neurodesarrollo) y un entorno físico, social, actitudinal y político lleno de obstáculos.

Gálvez Álvarez destacó que estas barreras no son accidentales, sino sistémicas, y reflejan decisiones sociales que privilegian un tipo específico de cuerpo y funcionamiento cognitivo. Por lo tanto, la justicia deja de ser una cuestión de caridad o tratamiento médico para convertirse en un derecho humano a la participación plena.

De acuerdo con la experta, el modelo social es terapéutico en sí mismo, ya que libera a la persona de la carga de la patologización, alivia la culpa internalizada y promueve una identidad positiva y resiliente.

Autodeterminación y voluntad

En el programa también se habló de la autodeterminación, definida como la capacidad de actuar como el agente principal de la propia vida, tomando decisiones libres e informadas y ejerciendo control sobre los recursos necesarios.

Galvez Álvarez advirtió que la falta de motivación o «voluntad» observable en una persona con discapacidad no es un rasgo intrínseco, sino a menudo el resultado de entornos sobreprotectores que coartan sistemáticamente esta capacidad desde la infancia.

Estos ambientes pueden generar indefensión aprendida (la creencia de que las acciones propias no influyen en los resultados) y disminuir la autoeficacia (la confianza en las propias capacidades).

Para contrarrestarlo dijo la experta que es crucial crear contextos psicológicamente seguros, que ofrezcan oportunidades reales para la elección, permitan asumir riesgos calculados como parte del aprendizaje y respeten el control de la persona sobre cómo, cuándo y por qué recibe apoyos.

Apoyos que empoderan vs. Apoyos que limitan

A propósito, la especialista también delineó las características de los apoyos psicológicamente empoderadores y aquellos que, aunque bienintencionados, resultan contraproducentes.

Apoyos empoderadores:

  • Basados en elección y control: Se inician preguntando «¿Cómo quieres que te ayude?».
  • Naturales e inclusivos: Facilitan la participación en entornos comunitarios regulares (escuela, trabajo, ocio), evitando la segregación.
  • Para la comunicación aumentativa y alternativa: Garantizan que cada persona pueda expresarse, independientemente de su forma de comunicación.
  • Que fomentan la toma de riesgos saludables: Permiten el aprendizaje por experiencia propia.

Apoyos contraproducentes:

  • Sobreprotección: Envía el mensaje de que la persona es frágil e incompetente.
  • Paternalismo: Decide lo que es «mejor» para la persona sin consultarla, anulando su voluntad.
  • Ayuda no solicitada: Invade la autonomía (por ejemplo, empujar una silla de ruedas sin permiso).

Estos últimos no solo limitan el desarrollo psicológico, sino que pueden crear profecías autocumplidas (efecto Pigmalión), donde al tratar a alguien como incapaz, finalmente se impide que demuestre sus capacidades. La clave está en que el apoyo sea un andamiaje que se ajuste y se retire progresivamente.

Justicia epistémica y bienestar psicológico

Otro concepto objeto de análisis fue el de  justicia epistémica, que se refiere a la justicia en nuestras prácticas como seres que conocen e interpretan el mundo. Su violación afecta gravemente el bienestar de las personas con discapacidad a través de dos formas:

  1. Injusticia testimonial: Cuando se otorga menos credibilidad al testimonio de una persona debido a prejuicios sobre su condición (ej.: «no entiende lo que quiere porque es autista»). Esto genera frustración, rabia, indefensión y puede llevar al silencio autoimpuesto.
  2. Injusticia hermenéutica: Ocurre cuando faltan recursos conceptuales sociales para comprender sus experiencias, lo que lleva a confusión, aislamiento y mayor riesgo de ansiedad o depresión.

Garantizar la justicia epistémica implica creer en el testimonio de la persona, desarrollar una escucha activa y humilde, y cocrear con ella marcos de comprensión que respeten sus experiencias.

La inclusión beneficia a todos

Finalmente, la psicóloga destacó cómo los entornos educativos inclusivos, donde el diseño de la enseñanza se adapta a la diversidad natural de todos los cerebros, benefician a todos los estudiantes, no solo a aquellos con discapacidad. Fomentan la empatía, la tolerancia y habilidades sociales complejas, reducen estigmas desde la infancia y crean un clima escolar más seguro y colaborativo.

La conversación con la psicóloga Brenda Melissa Gálvez Álvarez dejó claro que el camino hacia la justicia para las personas con discapacidad pasa por adoptar el modelo social, entendiendo que la transformación necesaria es colectiva y estructural.

Se trata de cambiar la sociedad, no a la persona. Esto implica fomentar la autodeterminación, ofrecer apoyos empoderadores que faciliten la autonomía, garantizar la justicia epistémica reconociendo plenamente su voz y promover la inclusión genuina en todos los ámbitos.

Solo así se podrá construir una base más justa e inclusiva, donde la diversidad sea valorada como parte fundamental de la riqueza humana.

Escuche íntegramente la intervención de la especialista en el programa Rumbos:

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