La racialidad impacta profundamente en la vida de las mujeres, añadiendo capas de complejidad a su experiencia. Se trata de una interseccionalidad donde la discriminación por raza se cruza con la de género, creando desventajas y estereotipos específicos.
Para las mujeres negras y mestizas, esto se traduce en desafíos únicos en su construcción identitaria, su representación en la sociedad y la percepción de sus cuerpos, marcados por prejuicios culturales aún persistentes.

En el programa Rumbos, la psicóloga Betty Hernández Becerra abordó precisamente esta problemática. La experta profundizó en el tema «Mujeres y racialidad», además de analizar cómo estos factores sociales y culturales afectan la subjetividad y el bienestar psicológico de las mujeres en Cuba.
Betty Hernández explicó que la identidad se construye en interacción con los «espejos sociales», es decir, con cómo los demás nos ven y qué esperan de nosotros.
Destacó que, históricamente, los medios han promovido un ideal de belleza y éxito asociado a la blancura. Esto genera en muchas mujeres negras y mestizas una «doble conciencia»: la sensación de verse a sí mismas desde los ojos de una sociedad que las discrimina. Esto suele llevar consigo conflictos de identidad e internalización de estereotipos negativos.
Como mecanismo de adaptación, muchas recurren a cambios estéticos dolorosos y costosos, como alisarse el cabello, en busca de una aceptación social que les impone un patrón ajeno.
Discriminaciones solapadas
La psicóloga también resaltó que aunque Cuba, dispone de un marco legal que rechaza el racismo y ha realizado enormes avances, aún no es suficiente. Agregó que declarar el problema como no existente sería un mecanismo de negación que impide su solución.
Recalcó que en la cotidianidad, persisten prejuicios culturales, microagresiones sutiles y desventajas en el acceso a ciertos empleos. Señaló, además, que reconocer estas fisuras es el primer paso para continuar el trabajo de deconstruir estereotipos arraigados en la subjetividad y en prácticas, a veces inconscientes.
Por otro lado, la experta abordó la hipersexualización del cuerpo de la mujer negra, un estereotipo colonial que la reduce a un objeto de deseo exotizado. Esta mirada, perpetuada a veces por figuras culturales, tiene efectos psicológicos graves: despersonalización, alienación corporal y dificultad para establecer relaciones basadas en la igualdad y el respeto.
La mujer puede sentir que su cuerpo es un territorio público, generándole un estrés constante por tener que negociar entre las expectativas sociales y su propia autonomía.
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Identificar y reflexionar sobre estas discriminaciones solapadas, así como fomentar una autoaceptación identitaria alejada de patrones hegemónicos, es fundamental para avanzar como sociedad. Promover una mirada respetuosa que valore a las mujeres más allá de estereotipos raciales y de género, es un paso crucial para impulsar el cambio cultural, que es el más lento y complejo.
Para profundizar en el tema, lo invitamos a escuchar el audio completo del programa Rumbos con la psicóloga Betty Hernández Becerra:



