Con una emotiva ceremonia en la intersección de Avenida Martí y calzada de Crombet, el pueblo santiaguero honró la memoria de los jóvenes revolucionarios Josué País García, Floro Vistel Somodevilla y Salvador Pascual Salcedo, al cumplirse 68 años de su asesinato por la tiranía batistiana.
El vicepresidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular, Leonel Domínguez, destacó durante el acto que la juventud cubana, como heredera de esta patria, tiene el deber sagrado de continuar el legado de estos mártires que ofrendaron sus vidas para hacer realidad el sueño martiano de una república “con todos y para el bien de todos”.
El dirigente enfatizó el extraordinario valor de estos jóvenes que, pese a la desventaja numérica y de armamento, enfrentaron con coraje a las fuerzas represivas.
«Hoy ese mismo enemigo persiste en su afán de destruir nuestro proceso revolucionario», afirmó Domínguez, añadiendo que «esta Revolución que construimos es precisamente la obra por la que ellos lucharon».
Al acto asistieron las principales autoridades políticas y gubernamentales de la provincia, junto a dirigentes de organizaciones, integrantes del Ministerio del Interior, la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, familiares de los mártires y una amplia representación del pueblo santiaguero.
Hoy, el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba, Esteban Lazo, también rindió homenaje a los jóvenes revolucionarios Josué País, Salvador Pascual y Floro Vistel, víctimas de la dictadura de Fulgencio Batista en 1957.
A través de la red social X, el líder parlamentario destacó que estos combatientes representan “el heroísmo derrochado por lo más puro de la juventud cubana”.
Los hechos ocurrieron el 30 de junio de 1957, cuando el Movimiento 26 de Julio planeó sabotear un acto organizado por fuerzas batistianas en el parque Carlos Manuel de Céspedes, en Santiago de Cuba.
Como parte de la operación, colocaron una bomba de tiempo en una alcantarilla del lugar, pero los bomberos, al regar la zona, inutilizaron el artefacto antes de que estallara.
Ante el fracaso del plan, Josué País y su grupo, que se encontraban cerca, decidieron actuar: tomaron un automóvil, cuyo dueño de inmediato hizo la denuncia y alertó a la policía.
Según registros históricos, el lugar se llenó de sicarios, los jóvenes revolucionarios fueron acorralados y ametrallados sin posibilidad de defenderse, en un crimen que quedó marcado como símbolo de la represión batistiana.
(Con información y foto de la Agencia Cubana de Noticias.)
