Cantar con feeling en Pinar del Río

Comentario especializado de la musicóloga Doris Céspedes Lobo, en el programa Música Es.

El feeling en la música cubana.
Imagen tomada de Cultura Cubana

Aunque el término feeling no proviene de nuestro idioma, ha sido aceptado por el vocabulario musical como un estilo interpretativo vinculado a la cancionística cubana; también suele considerársele un género, otros se inclinan por el modo de ejecutar diversas variantes de obras vocal-instrumentales, donde resalta la creatividad y personal inspiración del cantante.

De igual forma, suele confundírsele con una de las etapas del movimiento trovadoresco: la intermedia; pero, su repercusión, sin dudas, trascendió al quehacer del músico bohemio acompañado de su guitarra o los pequeños formatos que cultivaron estos géneros.

Para los aficionados a la música, cantar con feeling pudiera significar la interpretación de la línea melódica con cierta libertad, jugando con el tiempo, en correspondencia con el texto o la intención general de la obra; una ejecución con sentimiento o poniendo marcada intención en comunicar al público la temática de la pieza interpretada.

Sin embargo, los compositores emplean el término para referirse a determinadas características técnico artísticas como el empleo de acordes de séptima, novena, trecena o la inclusión de notas ajenas, que se inclinan a la disonancia sin resolución, factores que junto al uso del cromatismo, vinculan a las obras con estas particularidades al jazz, de donde proceden también las influencias que condujeron a la aparición del movimiento insertado en la trova cubana.

A través de los años se ha reconocido a José Antonio Méndez, Cesar Portillo de la Luz, Ñico Rojas, Ángel Díaz y otras figuras importantes, como los iniciadores del feeling en el país, por representar sus obras las características mencionadas, además de expresar durante la interpretación una tendencia al fraseo y la métrica flexible.

El feeling fue ruptura y continuidad, ya que su surgimiento está estrechamente relacionado con la trova, pero se distinguió de los modos de hacer anteriores por las influencias asimiladas del jazz para entrar, con fuerza inusitada, en el torrente de la música cubana de los años posteriores. Tanto es así, que sin feeling no se podía entender las modalidades compositivas asumidas por el bolero, o la forma en que se ejecutaban las descargas impulsadas por Frank Emilio, Israel López y otros tantos.

El propósito de los iniciadores de este movimiento en la música popular cubana fue el de expresar sus sentimientos de forma directa y coloquial, con argumentos referidos a circunstancias de la vida cotidiana. Un objetivo que lograron concretar a manera de poesía musicalizada, que repercutió en los oyentes y motivó a otros intérpretes, no solo de la cancionística, porque agrupaciones como el Conjunto Casino, adoptaron sus características esenciales en el contexto del bailable.

El tratamiento armónico del jazz, los giros melódicos propios de la música impresionistas, las orquestaciones de las bandas sonoras de los filmes, llevaron a los cultores del feeling, a un manejo más libre y atrevido de las estructuras armónicas, lo cual unido a las formas coloquiales en las letras, aportó, sin dudas, una canción de nuevo corte.

El feeling en Pinar del Río: composición, difusión y sello interpretativo

También Pinar del Río tuvo su aporte al movimiento del feeling, no solamente en el campo de la composición, sino en la interpretación y orquestación, tanto en el caso de los trovadores, como en la cancionística de manera general. Algunas de las obras de Pedro Junco, incluyendo al reconocido tema “Nosotros”, muestran elementos característicos de este modo de hacer la música, con giros melódicos que conducen a armonizaciones disonantes.

Andrés Echavarría, conocido como Niño Rivera, trascendió el quehacer autoral para convertirse en ferviente difusor del feeling en el campo de la música bailable en Cuba y el resto del mundo, al realizar orquestaciones renovadoras para su época y ofrecerlas a agrupaciones y solistas de prestigio, que la incluyeron en su repertorio o la dejaron plasmadas en grabaciones.

El sello del Conjunto Casino, surgido en la capital, se distinguió precisamente por la calidad de sus cantantes e instrumentistas; así como por los arreglos del Niño Rivera, que se distinguieron por su riqueza y modernidad, con influencias de las jazz-band norteamericanas, pero con gran cubanía.

El estilo interpretativo de Aldo del Río, sintetizó estas influencias, con la picardía de la guaracha u otras modalidades soneras, para abordar un repertorio extenso y variado, al que no escapó la balada, el bolero, el cha cha chá y hasta la rumba. En sus interpretaciones pudo lograr el énfasis necesario en el contenido del texto, mediante el rubateo y el cambio de coloración en la voz; mientras el tres se ocupaba de establecer el patrón rítmico y melódico correspondiente a cada género.

Pudiera mencionarse además a Omar Pérez, que recurrió al empleo de los recursos filinescos en muchas de sus interpretaciones; así como Ana Cristina Pozo, Maydelín Contreras o María Elena Lazo, fundamentalmente cuando han ejecutado variantes de la cancionística o la balada.

Aunque en menor medida, algunas agrupaciones interpretan canciones y boleros con un tratamiento que pudiera enmarcarse en esta modalidad, principalmente las de pequeño formato, entre las que puede mencionarse al Trío Romance.

Queda demostrado entonces, que más que un género, movimiento o etapa de la trova, se canta con feeling siempre que el artista aporte una interpretación propia donde abunde el fraseo y los rasgos mencionados, sin importar el contexto musical o los medios sonoros que utilice para el acompañamiento.

Si desea conocer más sobre el feeling en la música cubana, lo invitamos a escuchar el audio del segmento «Musicalerías» con la especialista Doris Céspedes Lobo:

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