El impacto del VIH-SIDA suele dejar una huella profunda en la vida de quienes lo padecen. Su diagnóstico constituye un evento estresante que puede desencadenar una crisis emocional aguda o sostenida.
A los sentimientos de miedo, ira, culpa y vergüenza, se suma el peso de un estigma social persistente. Las personas suelen atravesar un duelo por la pérdida de su salud percibida y ven afectado su proyecto de vida, enfrentando desafíos en su bienestar físico y psicológico; sus relaciones familiares y dinámica social.

A propósito del Día Mundial en respuesta al VIH-SIDA, que se conmemora cada primero de diciembre, la Doctora en Ciencias Betty Hernández Becerra habló al respecto en la sección de Psicología del programa Rumbos.
Conversó sobre el impacto psicológico del diagnóstico, el estigma internalizado y los retos para lograr una adherencia terapéutica efectiva, destacando que, pese a los avances médicos, esta infección sigue representando un desafío complejo para la salud mental.
Primer desafío: asumir la nueva realidad
La especialista enfatizó que el diagnóstico del VIH genera un impacto negativo a nivel personal, familiar y comunitario, lo que puede derivar en ansiedad, depresión y un profundo proceso de duelo. La intervención psicológica en esta etapa es crucial para facilitar una adaptación más saludable a la nueva realidad.
Además, explicó que el estigma internalizado es la incorporación por parte de la persona de los prejuicios sociales negativos sobre el VIH. Este fenómeno es uno de los mayores lastres psicológicos, ya que conduce al autodesprecio, aislamiento social, baja autoestima y empeora los síntomas depresivos y de ansiedad.
Hernández Becerra destacó que combatir este estigma es un objetivo central de la terapia, ya que afecta directamente la voluntad de la persona para adherirse al tratamiento y cuidar de sí misma.
Más allá del control virológico


La sicóloga del programa Rumbos enfatizó en los retos que persisten para la adherencia terapéutica. Por ejemplo, dijo que tomar medicación de por vida, con exactitud, constituye un desafío conductual y emocional constante.
Los obstáculos incluyen el agotamiento por la rutina médica perpetua, problemas de salud mental no tratados (como la depresión), el miedo a los efectos secundarios o a que otros descubran el diagnóstico, y la falta de apoyo social. La psicología contribuye estableciendo rutinas, modificando creencias disfuncionales y ofreciendo apoyo.
Por otro lado, la experta resaltó el nuevo reto que supone e envejecimiento de la población con VIH, que trae consigo soledad, la llamada «culpa del sobreviviente» y la compleja gestión de múltiples enfermedades, lo que se conoce como «carga de tratamiento».
El manejo del VIH va mucho más allá del control virológico. La salud mental es un pilar indispensable para una atención integral, que permita a las personas no solo vivir, sino tener una calidad de vida, adaptarse y mantener una adhesión efectiva al tratamiento.
Para profundizar en el tema, lo invitamos a escuchar el audio completo de este programa con la psicóloga Betty Hernández Becerra:
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