«Si un programa llega al menos a un oyente, ya es un triunfo»

Sandra Rivero Pino, considera que la verdadera magia se manifiesta cuando alguien le dice "¿Oiga, esa novela es suya? ¡La escuché!".

Sandra Rivero Pino.
Sandra Rivero Pino, directora de programa de Radio Guamá.

Sandra Rivero Pino llegó a la radio como recepcionista y después como asistente de propaganda. No imaginaba entonces que esos roles serían el inicio de un apasionante trayecto que la llevaría a incursionar en especialidades artísticas del medio.

En su camino, se cruzó con Kitín Rodríguez, cuya sabiduría provenía de años de experiencia ante micrófonos. Confiesa que Kitín le enseñó todo lo que pudo, y su influencia fue fundamental en sus primeros pasos, hace ya 31 años. Posteriormente, Frank González se unió a su viaje, y juntos desarrollaron proyectos que les valieron importantes premios nacionales. Esta fue una  época de mucho logros, pero nadie dejó una huella tan profunda en ella como la asesora María Victoria Mendoza, quien le insistió para que escribiera guiones. Así comenzó su verdadera aventura en el medio.

Después de cinco años en el ámbito de la propaganda, Luis Hidalgo Ramos la empujó a tomar un curso de dirección, algo que ella no tenía en planes. Sin embargo, el destino sí.

Yanet, entonces coordinadora de Dramatizados, le pidió dirigir un espacio de última hora. Sin planearlo, Sandra se encontró inmersa en el mundo de las radionovelas.

Aunque había dirigido programas informativos y musicales, el dramatizado la atrapó de una manera única. Entró por casualidad, pero es en  ese género que ha alcanzado su madurez profesional.

Uno de sus mayores retos ha sido dirigir a un colectivo ya formado, con sus propios métodos y certezas. Sandra dice que comprendió que no se trataba de imponer su visión, sino de integrarse al grupo. Justo cuando creía que todo marchaba bien, la vida le presentó desafíos que la hicieron «formatearse», como dirían los jóvenes.

Pasó un tiempo con el cuerpo en el estudio y la mente en otro lugar, pero su equipo la apoyó, ayudándola a superar esos momentos difíciles, que hoy son solo un recuerdo.

Para Sandra, el éxito no se mide por indicadores fríos, sino por la conexión con la audiencia. Su teoría, a la que considera  impopular, es clara: si un programa llega a un solo oyente, ya es un triunfo.

Considera que la verdadera magia se manifiesta cuando alguien le dice «¿Oiga, esa novela es suya? ¡La escuché!».

Aunque la radio ha ido cambiado a través del tiempo, esa conexión personal con la audiencia sigue siendo irreemplazable.

El programa que lleva en el alma

Sandra siente que cuenta con un equipo admirable y que siempre el producto final, más que su firma, lleva la impronta de un esfuerzo colectivo.

Uno de sus trabajos más queridos es «Hay locuras que son poesía», un homenaje al Caballero de París. Lo escribió y dirigió, mientras que Saimí Padrón le dio voz. El popular personaje, que mezcló cordura y locura, fue  parte de su infancia y cada vez que lo veía en Centro Habana, regalando monedas a los niños, sentía hacia él una conexión especial.

Es innumerable la lista de las personas a las que nombra en señal de agradecimientos pero, entre todos, se refiere a los también radialistas Víctor Fidel, como su amigo incondicional y a Ángel Felipe, quien ha estado a su lado en los momentos más difíciles; así como a su familia y a Dios.

Aprecia que aunque la radio ya no es la misma, su esencia sigue viva en los oyentes fieles, en los equipos que se convierten en familia y en las historias que, como la del Caballero de París, mezclan locura y poesía. Y Sandra… sigue ahí, contándolas para todos.


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