Mientras algunas niñas imaginaban castillos y jugaban con muñecas, María Eduarda Martínez Corrales soñaba con una cancha y se aferraba a un balón. Hoy tiene 17 años; pero, desde pequeña convirtió al voleibol en su forma de vida, aprendiendo a defender, con garra y corazón, una camiseta y sus sueños.
Cuando cursaba el séptimo grado la intrépida joven pasó a integrar la matrícula de la EIDE Ormani Arenado en Pinar del Río, una etapa decisiva que marcó el inicio de su formación atlética con mayor rigor y propósito, participando incluso en los campeonatos de primera categoría, nivel que sobrepasa su edad.
Ya acumula cinco medallas (una de bronce, una de plata y tres de oro) que guardan historias de esfuerzos, caídas y muchas emociones.
“Cuando obtuve el oro por primera vez fue algo tan grande, porque hacía tantos años que el equipo Pinar del Río no tenía el oro y cuando nosotros tuvimos el oro, todas lloramos mucho por la emoción”, contó a Radio Guamá.

A veces transcurren meses sin que María Eduarda regrese a su pueblo de Mantua, pues la muchacha sigue un calendario deportivo que apenas le da tregua. Pero, cuando vuelve, suele reencontrarse con la cancha donde todo comenzó.
“Me gusta volver a mi pueblo porque aquí tengo mi familia y cuando llego, vengo a la cancha de donde yo salí, de donde aprendí a jugar voleibol, donde hay muchos niños que son el futuro del deporte”, dijo.
María Eduarda Martínez Corrales sueña con vestir los colores de su país, ser una morena del Caribe y dejar huella más allá de la cancha. Mientras ese día llega, sigue haciendo lo que mejor sabe:
“Entrenar y jugar con el alma y demostrar que desde un rincón de Mantua también nacen las grandes historias”.