
Se ha vuelto habitual que, ante un problema, los organismos competentes asuman la responsabilidad y ofrezca soluciones paliativas para resolver la situación de manera temporal, en ocasiones, sin atacar la raíz del asunto.
Por ejemplo, la preocupante proliferación de microvertederos como consecuencia del vertimiento indiscriminado de desechos sólidos en zonas de la capital provincial, como ocurre a la entrada del reparto Lázaro Hernández Arroyo (antes Oriente).
El lugar fue remodelado y convertido en un parque durante las acciones por el 150 aniversario de la ciudad, allí se invirtieron recursos que pudieron destinarse a cubrir otras necesidades; sin embargo, se optó por embellecer el entorno.
Hoy, la realidad es distinta: todo comenzó con la aparición, detrás del muro del parque, de pequeñas bolsas de nylon con desechos; luego, la acumulación de hierba cortada y el microvertedero creció, hasta ocupar el centro de ese espacio público.


Ante la indisciplina de algunos habitantes de este asentamiento humano, la Dirección Municipal de Comunales emprendió acciones de limpieza e higienización, de forma periódica, movilizando camiones, un cargador y otros recursos.
Pero, continúa el vertimiento de desechos sólidos por parte de algunos vecinos, trabajadores de emprendimientos privados y centros estatales aledaños, a pesar de que a menos de 200 metros del lugar existen contenedores para depositarlos.
Esta situación se repite en otra zona crítica: la salida del reparto Lázaro Hernández Arroyo, colindante con el reparto Victoria de Girón (antes Vista Alegre), donde un microvertedero sigue proliferando sin control.

Como confirman ambos casos, la solución tiene que ir más allá de asumir el problema: la respuesta institucional, además de la realización de acciones de limpieza e higienización, tiene que incluir la imposición de multas.
Urge la presencia de inspectores para la aplicación de esta medida, y poner freno a una conducta que atenta contra la comunidad; de lo contrario, comenzamos a normalizar una indisciplina social con graves consecuencias para la salud humana.
Si de preservar el saneamiento se trata, la actitud de individuos y colectividades también es determinante, por ello es responsabilidad de todos acabar con el deterioro de la higiene comunal.
El problema hay que enfrentarlo con firmeza, cada quien debe responder por sus acciones; es lamentable continuar invirtiendo recursos en favor del bien colectivo, mientras unos pocos quieren obligarnos a vivir en la insalubridad.
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