Madera Dura: una antología que celebra la voz de la mujer afrodescendiente

Las autoras exploran, desgarran, asumen y liberan sin prejuicios ni estereotipos los códigos negros de su ancestralidad.

«Historia, me duelen las rodillas»

Linda Gilsa Blanco

Madera Dura: una antología que celebra la voz de la mujer afrodescendiente.

Con Aché pa mi niñez, una de las nanas africanas de Yamira Díaz, inició este viernes la presentación de la antología poética Madera Dura/Letras de Resistencia, en la sede de la UNEAC en Pinar del Río.

Este título conmemoró el Día de la Mujer Afrodescendiente y, simultáneamente, se presentó en Brasil, país que acogió el proyecto editorial en conjunto con Cauce Editorial, de Vueltabajo.

Marleide Lins cuidó la edición por la parte brasileña; mientras que el escritor y editor cubano Nelson Simón, asumió la selección de las creaciones de poetisas cubanas.  Destacan jóvenes voces como las de Ismaray Pozo, recientemente galardonada con el premio literario La Gaceta de Cuba, así como Linda Gilsa Blanco y Lisandra Carrodeguas.

Además, este compendio incluye voces veteranas como las de  Hevelyn Calzada, Yamila Marzán,  Lourdes Gutiérrez… cuyas obras ya están consolidadas en el panorama literario pinareño. A ellas, se suman Georgina Herrera y Soleida Ríos, dos referentes cubanos en el tema, que vienen a realzar aún más el valor del poemario.

En esta antología, -donde no solo las autoras exploran, desgarran, asumen y liberan sin prejuicios ni estereotipos los códigos negros de su ancestralidad- también la DrC Maydi Estrada Bayona, profesora universitaria y experta de estas temáticas deja reflejado al inicio del prólogo: » así como brotan las aguas del manantial, de igual modo, han brotado los recuerdos y emociones hojeando Madera Dura».

A lo largo de la presentación hubo lecturas en las  que cada una de las escritoras presentes manifestó sus experiencias, vistas desde las diferencias que se unen y se reflejan algunas veces en el dolor de sus propias vidas. Las vivencias cotidianas que se ilustran en cada verso revelan la complejidad de su existencia.

El color de su piel, la religiosidad, la muñeca rubia tantas veces soñada por las niñas negras,  se perciben en estas voces femeninas, que se pueden catalogar  como pasos hacia la salvaguardia de lo que las identifica y, a la vez, las diferencia.

Se me antoja reafirmar que esta antología representa una suerte de ajuste social con la historia que nos  antecede en temas de racialidad en Cuba y en el mundo. Las experiencias que se narran podrían ilustrar cualquier geografía donde las mujeres sienten y padecen prejuicios, ya sea por su color de piel, por su sexo, o por su preferencia sexual.

A través de sus versos, las autoras no solo visibilizan sus luchas, sino que también invitan a la reflexión sobre la interseccionalidad de la opresión y la resistencia. En cada poema, se percibe un llamado a la unidad y a la celebración de la diversidad, destacando la riqueza cultural que las mujeres afrodescendientes aportan a la literatura y a la sociedad en general.

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María Catalina Baños Relova
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