
Así como la juventud presenta sus propios retos de crecimiento y en la adultez buscamos consolidación profesional y familiar, la tercera edad requiere una reevaluación consciente de nuestro propio valor y capacidades.
Lejos de ser un período de declive, como muchos piensan, la ancianidad representa una fase donde la experiencia acumulada se transforma en sabiduría práctica, y la liberación de obligaciones laborales permite explorar nuevos roles y disfrutes. Así lo afirmaron en la revista Rumbos, de nuestra planta radial, las doctoras Nora María Lemus Fajardo, especialista en geriatría y gerontología y Lidia Mendoza, sicóloga.
La doctora Lemus Fajardo, colaboradora habitual del programa, habló a la audiencia sobre la autopercepción inadecuada de la vejez. Explicó que este concepto se refiere a la forma frecuente con que las personas mayores se valoran a sí mismas en esta etapa de la vida, y destacó que muchos creen erróneamente que la tercera edad implica el cierre de puertas y una disminución de sus capacidades, lo que afecta profundamente su autoestima y rol dentro de la familia y la sociedad.



Durante su intervención, la especialista enfatizó que la vejez no es sinónimo de incapacidad o enfermedad, sino una fase donde se pueden cumplir nuevos roles, como el de abuelo, y realizar actividades placenteras gracias a la libertad de la jubilación y la acumulación de experiencia.
Asimismo, criticó fuertemente la sobreprotección familiar que “infantiliza” al adulto mayor, privándolo de su autonomía y exacerbando una percepción negativa de sí mismo. Aunque la sociedad no esté suficientemente preparada para el envejecimiento poblacional, es crucial que las personas mayores se respeten a sí mismas y que sus familias reconozcan su capacidad y eviten subestimarlos.
Por su parte, la doctora Lidia Mendoza profundizó en la peligrosa comparación de que un adulto mayor es igual a un niño. A diferencia de este, el adulto mayor tiene una personalidad formada, sufre de múltiples patologías y requiere un respeto absoluto a su autonomía y roles previos, argumentó.
Consejos prácticos para una vida saludable
Ambas expertas coincidieron también en la influencia decisiva de la familia en la autopercepción de la vejez. Refirieron que es común tener condiciones de salud en esa etapa; pero –recalcaron- la verdadera salud se mide por la funcionalidad y la independencia. Una familia que fomenta la autonomía, facilita la socialización y respeta sus roles, es fundamental para una vejez digna.
La autopercepción positiva permite al adulto mayor reconocerse como un ser activo, capaz de seguir contribuyendo a su familia y comunidad. Esta visión fortalecida no solo mejora su calidad de vida, es además una muestra de que cada etapa, en especial la vejez, tiene su propio propósito y potencial de realización.
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