
Dicen quienes lo conocen que José Alberto Rodríguez Paz es un joven disciplinado y trabajador; y su cariño hace más llevaderas las jornadas en la unidad de cuidados intensivos (UCI) del hospital pediátrico Pepe Portilla, de Pinar del Río.
Hace un año y dos meses integra la plantilla de la institución asistencial como mensajero de un servicio vital, que requiere la entrega y sensibilidad con la cual asume su responsabilidad cada día.

Su discapacidad intelectual- síndrome de Down- no constituye impedimento ni freno para su felicidad, porque en ese centro se siente realizado.
Traslado pacientes hacia las salas, recojo pedidos de medicamentos en los almacenes o la farmacia, preparo soluciones para las manos y el piso; y me siento muy bien con mis compañeros, aseguró a la Agencia Cubana de Noticias.

Desde el principio mi mamá me enseñó dónde estaban los departamentos en el hospital, y si no fuera por ella no estaría aquí, apuntó el joven de 18 años de edad, el más pequeño de los dos hijos de Isabel Paz, enfermera en la UCI del “Pepe Portilla”.
Jose, como todos le decimos, cuando terminó sus estudios en la escuela especial 28 de Enero se graduó del curso de panadero en el politécnico Pedro Téllez, explicó la madre.


Aquí existió la posibilidad de la plaza de mensajero, que estaba vacante, y lo traje. Ha sido una oportunidad de sentirse útil, pues siempre quiso trabajar y ahora cumple su sueño de hacer cosas nuevas, destacó.
Me enorgullece ver cómo ha sido su desarrollo; todos tenemos esa gran expectativa cuando nos nace un niño con condiciones especiales y en lo único que hay que enfocarse es en tener la mente positiva y darle mucho amor, refirió.

Cada vez que da un paso adelante constituye un motivo de satisfacción para su familia y para mí, detalló Isabel.
Las pocas veces que por causas de enfermedad ha faltado- porque siempre quiere venir- no es lo mismo sin él; explicó Yadina María Regalado, jefa de enfermeras del servicio de cuidados intensivos.
Cumple muy bien con su contenido laboral; es inteligente, cariñoso, leal y se preocupa por todos, añadió.

Y debía servir de ejemplo para las madres y los padres con hijos síndrome de Down, pues resulta imprescindible su inserción en la sociedad y sí lo pueden hacer, dijo.
La mensajería también deviene estímulo para José Alberto, pues “gano mi propio dinero, ayudo en la casa y me compro lo que me gusta”, acotó.
En este trabajo estaré siempre, sentenció el joven que cada día regala amor y lo recibe en las mismas dosis.
(Tomado de Agencia Cubana de Noticias)