Antropología: la ciencia de lo humano

Para el experimentado profesor e investigador pinareño Silfredo Rodríguez "si usted no lleva en su alma, lo que la gente le transmitió, no se puede hacer Antropología”.

Imagen tomada e Internet

“Yo diría que, si usted no lleva en su ser, en su alma, lo que la gente le transmitió, lo que usted vivió como experiencia con esa gente, realmente no se puede hacer Antropología”. Esta reflexión del profesor pinareño Silfredo Rodríguez Basso habla del método científico como centro mismo de las Ciencias Sociales.

El experimentado investigador y antropólogo cuenta: “La disciplina que más me atrajo dentro del campo de las Ciencias Sociales fue la Antropología Sociocultural, una ciencia que estudia al ser humano como un ente fenoménico, complejo, diverso, múltiple.

«Y a partir de ahí, en mi formación de posgraduado de maestría y doctorado, específicamente en la maestría en Desarrollo Social, y posteriormente en el doctorado en Ciencia sobre Arte, me especialicé en los temas de Antropología Sociocultural, y específicamente en lo relacionado con el legado africano en Cuba, y, por supuesto, en Pinar del Río”.

La Ciencia en sintonía con la Radio

Pero, ¿cómo se materializa esta ciencia? ¿Cuál es su metodología principal?

“Para ser antropólogo, un elemento básico es el trabajo de campo. O sea, si usted va a hacer Antropología y va a hacer investigación, tiene que hacer trabajo de campo. Es un método que, incluso, se ha extrapolado a otras ciencias; la agronomía, las ciencias forestales, hacen trabajo de campo, la geología hace también trabajo de campo. Y realmente, sin hacer trabajo de campo, no se hace Antropología”.

Esos estudios de terreno van mucho más allá de la recolección de datos, argumenta el profesor. “Es un proceso profundo, casi un rito de paso, donde el investigador se sumerge en la comunidad”.

Silfredo lo experimentó en localidades como Orozco, en el municipio de Bahía Honda, actual provincia de Artemisa, una vivencia que marcó para siempre sus caminos profesionales.

“De Orozco me llevé a su gente, lo llevo en el corazón y en la mente. Yo diría que mi resultado de tesis doctoral, si no fuera por la gente de Orozco, o por Emelina Clavel, con su grupo Magino Arará, realmente no lo hubiera logrado.

“Ese ejercicio de Antropología se hace precisamente en el campo con los que viven, con los que hacen esa cultura en ese lugar donde viven. Uno se inserta de manera profunda en una cultura, y usted se convierte en nativo, o se siente nativo; llega un momento en que tiene que salir del campo, porque si no, al final, esa huella queda en usted de manera imborrable.

«Y es muy difícil deslindar entre la experiencia de vida en el campo y lo que usted hace en la ciencia. Ahí realmente no hay frontera entre lo que se hace, digamos, en esa área de estudio y lo que después te lleva a un informe de investigación”.

Esa conexión humana es más que un sentimiento, es la base de datos cualitativos que da solidez a su investigación. Y esta ciencia, con su mirada única, tiene una aplicación práctica y tangible en el desarrollo de nuestro país, a juicio de Rodríguez Basso.

“La sociocultura y la antropología son herramientas indispensables para lograr el desarrollo próspero y sostenible al que estamos aspirando, y no renunciamos a soñar por ello”.

Su compromiso trasciende el aula y el papel científico. Hoy, desde el Centro de Estudios de Dirección, Desarrollo Local, Turismo y Cooperativismo de la Universidad de Pinar del Río, asesora proyectos que generan emprendimientos en comunidades rurales, donde aplica el conocimiento antropológico para resolver problemas concretos en municipios como Minas de Matahambre, San Juan y Martínez y San Luis.

Y su mirada es un lente permanente a través del cual se ve el mundo, pues , para un antropólogo como Silfredo Rodríguez Basso, su profesión es también una forma de vida.

“Es que cuando usted va a una zona rural, digamos, usted ve lo diverso, la alteridad, costumbres que son propias, que, aunque nos distinguen como cubanos, Cuba no deja de ser Cuba en toda su diversidad, en toda su plenitud de ser cubano. O sea, que donde está lo nacional, está también lo regional.

«Hay un dicho muy famoso que decía, conozca a Cuba primero y al extranjero después. Yo diría, conozca a Pinar del Río primero y a Cuba después. Y eso es una apotegma que ha quedado presente en mi existencia”.

Ahí radica la esencia de un científico social, entender la parte para comprender el todo. Así conocimos la pasión, el rigor y la humanidad de Silfredo Rodríguez Basso, un antropólogo pinareño que, con su trabajo, demuestra que la ciencia estudia más que objetos o fenómenos distantes, también estudia el alma misma de las comunidades para, desde el conocimiento, contribuir a un futuro mejor.

Escuche aquí las declaraciones:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *