A propósito de celebrarse el Día Mundial del Hábitat, resulta ineludible una reflexión sobre la urbe principal de Pinar del Río, la provincia más occidental de Cuba.

El tema central de la jornada internacional en 2025 es la transformación de las crisis en oportunidades, para crear comunidades más inclusivas y sostenibles; un modelo que, aquí, choca con una realidad de calles sucias y amenazas a nuestra salud por la gestión ineficiente de los residuos sólidos.
La acumulación de desechos en diferentes puntos de la ciudad es mucho más que un problema estético. Se trata de una cuestión de salud pública, pues, como sabemos, la gestión ineficaz de los residuos es una de las principales causas de propagación de enfermedades infecciosas.
La basura acumulada en muchas esquinas y lugares, que hoy emergen como microvertederos, se convierte en focos de contaminación y degradan nuestro entorno inmediato y nuestra calidad de vida.


A esa situación ambiental la acompaña un correlato epidemiológico difícil de ignorar. La proliferación de microvertederos conlleva a arbovirosis entre los que se encuentran el dengue, el chikungunya y otros virus de los que muchos pacientes en Pinar del Río son víctimas en la actualidad.
La Organización Mundial de la Salud alertó que el cambio climático amplía las zonas de actividad de estos vectores, y una gestión de residuos deficiente exacerba este riesgo de forma local. Los molestos síntomas de muchos virus incuban en nuestra propia basura mal procesada.
Microvertederos: más que asumir el problema, enfrentarlo
Frente a este panorama, el modelo de urbanización que promueve el Día Mundial del Hábitat ofrece un camino a seguir. La solución está en gestionar mejor y ello implica reducir el consumo innecesario y el exceso de embalajes, reutilizar los productos antes de desecharlos y reciclar de manera efectiva para convertir los residuos en recursos.

En Pinar del Río, fomentar la educación ambiental y exigir la higienización sistemática de nuestras calles bajo iniciativas que superen la falta de recursos y otras trabas, podría ser un paso importante para cambiar eso que llaman “cultura del descarte”, aquella que antepone el “consumir y tirar” al “reducir o reutilizar”
Y aunque parezca complicado, en una ciudad que arribó recientemente al aniversario 158 de su titulación, el mejor regalo que podemos hacernos es un compromiso colectivo.
Apoyan trabajadores de la Agricultura labores de higienización comunal
La transición hacia un Pinar del Río más limpio y saludable requiere del liderazgo de las autoridades locales, y por supuesto, de la voluntad activa de cada ciudadano. Tenemos que exigir y construir juntos un sistema de gestión de residuos que sea integral.
Nuestra herencia para las próximas generaciones debe ser una ciudad en la que hayamos sabido convertir la crisis en la oportunidad para disfrutar un hábitat verdaderamente digno, seguro y sostenible para todos.