Identidad pinareña: la historia detrás del título de ciudad

El otorgamiento fue un momento culminante en un largo proceso de gestación.

En «Pasajes de Vueltabajo» del programa Estamos Contigo, conversamos, como ya es habitual, con el historiador Enrique Giniebra, quien hizo una retrospectiva sobre los orígenes y la forja de la capital pinareña, a propósito de la celebración del 158 aniversario del otorgamiento del título de ciudad, una efeméride propicia para recordar la rica historia del territorio.

Identidad pinareña: la historia detrás del título de ciudad.
Foto tomada del perfil en Facebook de El Viejo Pinar.

El historiador comenzó explicando que el 10 de septiembre de 1867, la reina Isabel II de España firmó un Real Decreto mediante el cual le concedió el título de ciudad a la hasta entonces villa de Pinar del Río. Este reconocimiento no fue un hecho aislado, sino el resultado de un largo proceso que incluyó la preparación de un exhaustivo expediente. El mismo ya había sido denegado en dos oportunidades anteriores, en 1863 y 1865, debido a diversos obstáculos, entre ellos, complejos litigios por la propiedad de la tierra donde se asentaba el poblado.

Giniebra subrayó que la concesión del título no significó la fundación de la ciudad, sino que fue un momento culminante en un proceso de gestación mucho más largo. El primer asentamiento data de finales del siglo XVII, con un primer bautismo documentado en 1699. El poblado original, situado en una zona baja y propensa a inundaciones, fue trasladándose en varias oportunidades hasta encontrar su ubicación definitiva en los alrededores de lo que hoy es el Parque de la Independencia. Su desarrollo estuvo marcado por la adversidad, enfrentando numerosos huracanes, incendios y las crecidas del río Guamá.

También relató que un hito fundamental en su historia fue la visita en 1755 del obispo Pedro Agustín Morel de Santa Cruz, una figura descrita como un «revolucionario de su época». Morel dejó una valiosísima constancia escrita de su recorrido, describiendo un poblado con alrededor de 76 familias, 40 haciendas y 80 vegas de tabaco, lo que demostraba un crecimiento paulatino pero significativo. Su labor impulsó obras de educación y salud, y su testimonio es una pieza clave para entender la Cuba del siglo XVIII.

Destacó que el camino hacia la categoría de ciudad estuvo lastrado durante décadas por un conflicto territorial entre los herederos de las haciendas San Mateo y Corral Pinar del Río. Este litigio generaba incertidumbre sobre la propiedad de los terrenos donde se expandía la villa. Hacia 1858 un estudio zanjó parcialmente la disputa, allanando el camino para la solicitud. La noticia del Real Decreto de la reina Isabel II no llegó a Pinar del Río hasta el 14 de octubre de 1867, día en que sus habitantes lo celebraron por primera vez.

Comprender la historia de Pinar del Río, nos permite reconectar con nuestra identidad, reconocer el empeño y el sentido de pertenencia que ha caracterizado durante siglos a sus pobladores. Mucho antes de 1867 había sido forjado el carácter de la ciudad que supo enfrentar cada obstáculo natural y legal. Hoy es reconocida, no solo por su belleza, sino por el orgullo de sus habitantes.

Lo invitamos a escuchar el audio completo de la entrevista con el historiador Enrique Giniebra en la sección «Pasajes de Vuelta Abajo» de Estamos Contigo:

Consulte aquí el Especial «La ciudad: sus memorias, sus gentes».

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