Las vicisitudes de El Corojo (XV)

Pancho González ya había logrado la expedición de El Corojo y ahora se disponía a organizar otra similar, aunque no sería fácil.

Con este pasaporte oficial No. 027640 a nombre de Julio Ramón Vega García, viajó Pancho González,desde el aeropuerto de Varadero, en febrero de 1968, primero a Miami y después a México para conocer en el terreno como marchaba la compra de armas para la primera expedición. Con ese mismo pasaporte falso regresó a Cuba al mes siguiente.(Fotos archivo del autor).

Una nueva misión abría otro capítulo en la vida insurreccional de Pancho González. No sería nada fácil cumplir lo que le habían confiado: comprar armas, proyectiles, explosivos, otros equipos y medios para la guerra; organizar otra  expedición cinco meses después de la de El Corojo, buscar la embarcación y traerla hasta las costas de Pinar del Río.

Entre septiembre y diciembre de 1958 fue incesante la actividad que desarrolló en los Estados Unidos y México, con la participación de Luis Reyes y el Dr. Heliodoro Martínez Junco. Tuvo que localizar y contactar posibles vendedores, analizar las ofertas, los precios y la calidad de los equipos y productos y determinar por último si convenía o no hacer la compra y, por supuesto, tener a mano el dinero para efectuar los pagos. Ese efectivo demoraba en llegar desde Pinar del Río y era indispensable para obtener la mercancía.

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En consecuencia, la misión de Pancho González requería intensas, numerosas, complicadas e inevitablemente lentas negociaciones con mercaderes internacionales del perseguido abastecimiento bélico; un complejo y peligroso proceso de la transacción   y la transportación a través de largas distancias geográficas y muy custodiadas autopistas de Estados Unidos y, al final, disponer de escondites adecuados y seguros en México para depositar las armas hasta el embarque definitivo con destino a nuestro país.

Igualmente, Pancho y sus colaboradores debían tener olfato de conspiradores e inteligencia para prever posibles riesgos, entre ellos, las estafas o la relación con proveedores que los pudieran denunciar al FBI o a los espías de Fulgencio Batista. Se tenía conocimiento   de compras que fueron denunciadas a la policía por los propios vendedores, para que las ocuparan y los clientes se vieran obligados a repetir la adquisición (1).

Justificada impaciencia  

Era normal y justificada la impaciencia, la inquietud y hasta el desespero que exteriorizaban los dirigentes del Movimiento 26 de Julio en Cuba y en particular en Pinar del Río, donde conocían poco o nada de las interioridades de este comercio tan irregular; mucho menos, de las circunstancias en que se estaba desenvolviendo.  

Nadie que no estuviera en el centro de aquella situación o dando apoyo desde los órganos del Movimiento en el exilio, podía tener una idea clara de las causas que influían en la demora que se estaba registrando. Tampoco se lograban las comunicaciones con la frecuencia deseada y necesaria, recordemos que en Cuba se estaba viviendo la etapa más represiva y criminal de la tiranía de Batista. Lo que justamente demandaba con urgencia del armamento, los proyectiles y explosivos para poder enfrentar a la soldadesca asesina y contribuir al cambio del curso de la guerra.

Pancho González, como bien valoró Delio Gómez Ochoa (2), tenía experiencia y relaciones dentro y fuera del país. Manuel Alfonso Gálvez Taupier, en el capítulo Expediciones de su libro “Tras las huellas del exilio”, escribió lo siguiente: “…fueron pocas las armas o expediciones descubiertas al M-26-7 en comparación con las descubiertas y apresadas a la O/A (3)”. Después de enumerar los peligros de las expediciones tanto aéreas como marítimas, y los riesgos que corrían de ser capturadas en el territorio donde se organizaban o en el momento del desembarco en Cuba, afirma y cito: “Por todo lo anteriormente expresado se comprueba que las expediciones no eran una opción fácil de lograrse” (4).

Sin embargo, Pancho había logrado una expedición y se disponía a lograr la segunda. Logró El Corojo, a pesar de los grandes contratiempos y adversidades confrontadas. Una de ellas se derivaba de la heterogénea composición política del grupo expedicionario. Seis de los 14 integrantes eran militantes del Movimiento 26 de Julio, con una relevante e intachable trayectoria insurreccional. Los ocho restantes procedían de los auténticos o de ninguna organización; entre ellos estaba oculto un espía de Batista (5).

Este redactor pudo conocer que no fue Pancho quien autorizó que pudieran venir los que no eran miembros del Movimiento 26 de Julio. Sobre este aspecto debemos seguir investigando. Por ejemplo, el connotado conspirador Cándido de la Torre (6), solicitó a la jefatura del Movimiento en México, venir con su hijo a luchar en Cuba, a cambio de entregar armas y explosivos de la O/A que tenía en Cabo Catoche (7); por eso los aceptaron.

Las experiencias de El Corojo

Las experiencias buenas y malas de El Corojo le sirvieron de mucho a Pancho en la preparación de esta segunda operación. Actuó cumpliendo todas las reglas del trabajo conspirativo, que tan bien dominaba. Entre el 27 de agosto y el 20 de septiembre, había avanzado en todos los aspectos en una negociación y cuando estuvo a punto de concretarla descubrió que los vendedores tenían vínculos con hombres del entorno del ex dictador venezolano Marcos Pérez Jiménez. De inmediato la suspendió. Esto representó un retroceso en la fase preparatoria.

Demoró semanas para tener otros ofrecimientos, que igualmente fueron rechazados, debido a las sospechas de que los comerciantes fueran estafadores o confidentes de la policía o espías de Batista. Sin embargo, Pancho no perdió el tiempo ni la ecuanimidad que lo caracterizaba. La mayor presión mental que sentía no provenía de los mensajes que recibía desde Cuba, sino de su conciencia de viejo combatiente que sufrió largas etapas de la lucha insurreccional sin apenas tener armas, pero al mismo tiempo mantenía el control, sabía que no debía precipitarse por ningún motivo, ya que un mal paso podría ser funesto para el desarrollo de la operación.

Continuará…

Notas:

  1. GÁLVEZ TAUPIER, Manuel Alfonso, “Tras las huellas del exilio”, Ruth Casa Editorial, edición digital, año 2024, página 205.
  2. Delegado Nacional de Acción y Sabotaje del M-26-7.
  3. Organización Autentica, fracción insurreccional del Partido Revolucionario Cubano (Auténtico) que gobernó al país en dos periodos entre 1944 y 1952.
  4. GÁLVEZ TAUPIER, Manuel Francisco, Op.Cit., páginas 198 y 199,
  • El grupo expedicionario que desembarcó en el yate EL Corojo, estuvo integrado por tres combatientes que viajaron en el barco desde Cuba: Francisco González Álvarez, jefe de la expedición y jefe provincial de acción del M-26-7 y dos patrones del barco que hicieron el viaje de ida y regreso. Pancho les reconoció la actitud de haber venido en el barco. (No hemos podido conocer los nombres y apellidos), once personas que recogieron en las costas de México, cinco de ellos militantes del M-26-7: Heliodoro Martínez Junco, segundo jefe de la expedición; Jesús Suarez Gayol; Pablo Fernández; Luis Reyes y Herminio Plasencia. En la expedición vinieron otras personas que no pertenecían al M-26-7, entre ellos el político autentico Cándido de la Torre y su hijo, dos norteamericanos entrenadores en los campamentos de la O/A en México (agentes del FBI), Evaristo Venereo (que se hizo pasar como Juanito El Mexicano, (espía de Batista, fusilado tiempo después en la Sierra Maestra) y un expedicionario del que no se conoce el nombre ni la afiliación política, que desertó en Lagunillas.
  • Cándido de la Torre, político autentico. Concejal por el municipio de La Habana durante el gobierno de Carlos Prío Socarras. Muy vinculado en la insurrección a los grupos de la Triple A   de Aureliano Sánchez Arango y Eufemio Fernández.  Cándido tuvo que exiliarse en México, donde un comando de Batista lo persiguió y secuestró para devolverlo a Cuba de forma ilegal. El embajador de México en Cuba, Miguel Ignacio Díaz Reynoso, ha relatado lo siguiente: el entonces embajador de esa nación en la nuestra, don Gilberto Bosques, apoyado por el gobierno de su país, le demandó a Batista que lo devolviese con vida y el dictador tuvo que hacerlo. Cándido de la Torre regresó a México en un avión enviado por el gobierno de ese país. (Tomado de “Gilberto Bosques, Un mexicano que amó a Cuba”, internet. Visto 15 de agosto de 2025).  El autor no conoce del camino que tomaron Cándido Torre y su hijo después del desembarco de El Corojo y menos aún con posterioridad al triunfo de la Revolución. El espía Venereo regresó a México y después vino para la Sierra Maestra, donde se descubrió que trabajaba para el Servicio de Inteligencia Militar de Batista con el objetivo de espiar y asesinar a Fidel. Fue juzgado y fusilado. No conozco que hicieron los dos norteamericanos después que regresaron a La Habana. Aureliano Sánchez Arango formó parte del gobierno que Estados Unidos iba a instalar en Cuba si triunfaba la expedición de Playa Girón. Eufemio Fernández fue capturado en 1960 en una infiltración de la CIA en Cuba, juzgado y condenado a la pena de muerte que se ejecutó.
  • Autobiografía de Pancho González, en el archivo del autor.

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