La radio de hoy: mayor diversidad y exigencias más simples

Entrevista a Abel Rosales, periodista y realizador, Artista de Mérito de la Radio Cubana 2025, jurado y conferencista de La Vuelta Abajo.

¿Nos ponemos la misma ropa para ir a trabajar todos los días? Entonces, ¿por qué los programas suenan igual? Una provocación que en reiteradas ocasiones le he escuchado compartir -en diálogos académicos o en espacios menos formales- a Abel Rosales, periodista, locutor, director, guionista y profesor del Centro de Capacitación de Radio y Televisión, perteneciente al Instituto de Información y Comunicación Social de Cuba.
Para quien apuesta continuamente desde su obra por lo diferente, lo creativo y auténtico, «los programas de radio son como seres vivientes que se parecen a los que los hacemos».
De ahí, que en medio de la diversidad de plataformas que compiten hoy en el ecosistema infocomunicacional, para este profesional de vasta trayectoria en el medio sonoro e integrante del jurado de la decimotercera edición de La Vuelta Abajo, la adaptabilidad es la palabra de orden.
«La radio de este siglo se ve, literalmente y si no aparece en las redes, no existe. Más que poner reportes de periodistas como si fueran podcast, para empezar, deberíamos probar con los programas en vivo y poner fragmentos de esos programas en audio y vídeo grabados con el móvil», asevera el también reportero de Radio Habana Cuba.
Es por ello que en su práctica profesional ha sido defensor y ejemplo vivo de que hoy, «la diversidad es mayor y las exigencias son más simples».
«La radio está viva, palpita en la gente, incluso en la que no la escucha, pero la siente suya. No tenemos programas que ofrezcan al público la posibilidad de pedir lo que quieren escuchar, me refiero no solo a gustos musicales, sino a asuntos sociales, culturales, políticos, y tener la voluntad de preparar ofertas directas para la audiencia», reflexiona Rosales, merecedor de la condición de Artista de Mérito de la Radio Cubana en 2025.
Por otra parte, llama la atención sobre un fenómeno antropológico y ancestral, que bien pudiera definirse como la carta de as de los medios de comunicación para todas las épocas y contextos: «las personas se quieren oír y ver, sentir que el mundo los reconoce».
«Por eso existen los creadores de contenido que superan a la radio y a la televisión. En muchos países la TV se ha ido adaptando a esos modelos con excelentes resultados. Cuando sales a las redes no hacen falta los tecnicismos de un conductor, los cortes perfectos de edición; hace falta crear contenidos más simples y diversos», aconseja el multipremiado radialista.
Con su experiencia en emisoras cubanas y chinas, Abel Rosales define claves en su quehacer que aportan luces al trabajo radial en Cuba.
«Después de un huracán debemos contar historias profundas con los dolores de la gente, no podemos cortar lágrimas, ni limitar los agradecimientos. Organizar equipos que las sepan contar bien. ¿Y las vivencias de los héroes que salvan, que ayudan, que apoyan, que construyen, que limpian los desastres? ¿Se las llevó el viento? Las agendas están en nuestras vidas todos los días: transporte, salud, educación… Se puede hablar de todo, el problema es cómo enfocarlo y exponerlo. Nos hemos acostumbrados a recibir y hemos dejado de proponer y de exigir temas que arden. La credibilidad se pierde con mucha facilidad».

La radio, ¿cómo puede rejuvenecer en su siglo de vida?

«La radio es imparable, no tiene edad. Esas vibraciones fluyen en los sonidos, en las palabras, en los efectos, en los silencios. Si la haces con desgano, si los ejecutivos permiten que caiga en el abismo de la rutina, la radio envejece. No muere, porque la radio es muy sabia y sabe convencer con su constancia. Siempre repito a mis alumnos que la radio no espera, se parece al tiempo que se hace y se deshace continuamente. Mi recomendación es simple: si te sientes viejo, si eres aburrido y poco original, la radio que salga de ti será tu reflejo.

La Cuba nuestra, de todos, todas y todes, ¿está en su radio?

Hacer que la radio encuentre un espacio en la vida de una sociedad, con sus diferencias y matices, con sus sombras y luces, es un desafío difícil en cualquier parte del mundo. Sin embargo, no es un imposible, y de ello está convencido nuestro entrevistado.
«Hay que intentarlo y para empezar, sacar los programas y las programaciones del anquilosamiento tradicional con estructuras inamovibles, facilistas y en eso va la creatividad de los realizadores, de todo el equipo de la emisora y de cada programa», acota como posible fórmula, pero no la única.


¿Temor, falta de audacia, agendas rígidas o temas tabúes?

«De todo un poco, como el ajiaco que somos. Es más fácil repetir fórmulas que crear nuevas. Entonces la monotonía se establece como una norma no escrita. Desde las emisoras locales y las provinciales se debe de tener en cuenta lo que queremos darle a la gente. ¿Quiénes son los que más escuchan la radio? ¿Estamos seguros de que los programas juveniles deben de seguir en la emisora o debemos lanzarlos a las redes sociales? ¿Cómo preparar equipos para eso? Claro, debemos pensar que lo primero es tener suficiente personal para hacerlo. Las emisoras municipales y provinciales no deben de tener parrillas de programación que imiten a las nacionales, debemos pensar cómo reflejar el sitio que compartimos con sus virtudes y defectos».


La radio es la gran superviviente, así la ve usted. ¿Cómo lograr que sus sonidos sean más contemporáneos, y se parezcan a la diversa realidad que nos rodea?

«Los que hacemos radio debemos hablar con la gente, conocer sus historias, sus vivencias, sus alegrías y todas las emociones que le acompañan. Es la mejor forma de entender los sonidos de la contemporaneidad. Tal como un escritor construye su novela, la radio exige de artistas que la amen sin esperar mucho a cambio».

Hablemos de La Vuelta Abajo

Sobre estos temas, Abel Rosales confrontará cara a cara con los participantes al evento anual de la radio en Pinar del Río, guiado también por las siguiente interrogantes ¿Estamos en un gran juego digital que nos impone formas de pensar y de vivir? ¿La radio que hacemos cuenta todo esto? ¿La radio es inclusiva por naturaleza? ¿El, ella, elles?
«El nombre es ya una de las mejores cosas del evento. Todos los caminos conducen a La Vuelta Abajo. Ese camino que conecta a una ciudad con su gente y con el mundo es el mejor acto de comunicación de La Vuelta Abajo. Los aportes pueden ser grandiosos si se entiende que este tipo de eventos debe de tener una memoria que supere el encuentro entre radialistas durante 4 o 5 días. Habría que preparar temas y debates que conecten a un evento con otro para propiciar el análisis entre los jóvenes durante todo el año con la sinceridad que merece».
«Me estreno en un evento que no está hecho para mi generación y agradezco la gentileza de su comité organizador por invitarme y permitirme compartir algunas de mis vivencias. Deberíamos apostar por las nuevas tecnologías aceptando el contexto social cubano, las aspiraciones de la gente que se pasea por la ciudad metida en su móvil, el alma de los estudiantes que acuden a las aulas, los sentimientos de las personas mayores que defienden que su tiempo fue el mejor en la radio. No debemos pensar que los jóvenes solo pueden realizar programas sobre su generación. Desde Pinar del Río se puede hacer mucho más de lo que imaginan los que crearon este evento, el tiempo lo dirá, especialmente en el contexto de las nuevas tecnologías».


¿A partir de las obras analizadas confía en que es posible lograrlo?
«Confiar es un riesgo y una virtud. Creo en la gente joven que hace radio en Cuba, ya ellos son mejores que los que le antecedimos porque crecen con herramientas modernas para construir un universo diferente. La diversidad de obras presentadas es fabulosa, pero creo que podría ser mayor la cantidad de trabajos. Existe mucha gente joven haciendo radio y estos eventos, más que ganar un premio, permiten la emoción de conectar con colegas del país y de descubrir nuevas formas de realización».

«Da mucha alegría volver a encontrar a caras conocidas en los caminos de la radio y esos viajes comienzan en eventos como este. Escuchamos obras conmovedoras, originales, muy creativas y otras que no lo son tanto pero llevan las ganas de hacer de la juventud. El gran secreto de la radio es no dejar de crear. Cuando te cansas y te dedicas a repetir lo mismo todos los días se acabó la magia».

La radio joven, la radio de estos tiempos… ¿Qué retos deberá asumir?
«Parecerse a su tiempo, contar con originalidad la historia de Cuba que empieza en cada comunidad, aprender del pasado para asumir el presente con conciencia, adentrarse sin miedo en las fauces de las redes sociales y entender lo que nos falta, pero con el alma de raíz».

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